jueves, 25 de enero de 2018

Bajo tierra



















Al fin se detuvieron frente a la entrada de una cueva bastante grande, como aquellas que habían conocido en el país de los etéreos. Las pisadas se adentraban en su interior y se perdían en la oscuridad.
            ¡Escuchad! susurró Vitia. ¿No oís nada?
            Sí, yo también lo oigo afirmó Espia. Parece que alguien está llorando.
            ¡Vamos! chilló Teno echando a correr.
            Penetraron en la cueva. Era mucho más grande de lo que habían imaginado. El sonido que habían escuchado desde fuera se oía ahora más nítido, procedente del fondo de la cavidad.
            ¡Viene de allí! advirtió Furo. ¡Por allí! 
            Teno corrió en la penumbra a trompicones. El corazón le latía desbocado. ¡Alia! ¡No, no podía ser, a pesar de la evidencia! ¡Ojalá no le hubiera pasado nada! Un quejido lastimero llamaba desde la negrura, cada vez más densa. De repente Teno se detuvo y los demás se pararon de golpe, chocando unos con otros. Ahora no se oía nada.
            ¿Alia? llamó Teno.

             ¡Auuuu! contestaron desde las tinieblas.

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