lunes, 11 de julio de 2016

¡La cucaña!



El profesor Tíril hizo sonar un silbato y los tres equipos de décimo echaron a correr hacia las cucañas. Pronto comenzaron a subir por ellas con distintas estrategias. Los azules construían una torre, muy segura pero muy lenta. Los blancos, más directos, se alzaban uno sobre otro formando una columna, agarrándose a la vez a la resbaladiza piel de la cucaña para no caerse. Los verdes parecían no saber qué hacer. Se habían dividido en dos grupos de niños y niñas y discutían entre ellos. De repente las tres niñas, Alia, Espia y Vitia izaron una columna y a sus pies se colocaron Furo, Teno, Coro y Audo con los brazos entrelazados. Entonces Vitia, con su cabellera rubia ondeando al viento, saltó desde lo alto de la columna de las niñas sobre los brazos de los chicos, que la catapultaron hacia arriba. Se elevó hacia la bandera y la peinó con los dedos, pero no consiguió agarrarla. Se oyó un “¡Oh!” de decepción entre el público de niños, padres y profesoras, seguido de un estruendoso aplauso y muchos gritos de asombro, mientras Vitia caía sobre la arena de la playa y rodaba sobre ella hasta quedar bajo las olas por un instante. Enseguida se incorporó de un salto, mojada pero muy sonriente, hizo una reverencia y corrió a reunirse con su equipo...

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