sábado, 23 de junio de 2018

ESTRELLAS II

En la entrada anterior (ESTRELLAS I, del pasado marzo), dejaba estas cuestiones en el aire:
Cuando hablamos de estrellas grandes, ¿de qué hablamos? ¿Qué son las gigantes rojas, las supergigantes y las hipergigantes? ¿Cuál es la estrella más grande que se conoce? 
Y en cuanto a las estrellas más pequeñas. ¿Qué son las enanas blancas, las enanas rojas, las enanas marrones y las enanas negras?
¿Y las estrellas errantes?

Como veis, el ecosistema del Universo está poblado de muchas criaturas. Iremos de lo más grande a lo más pequeño.
La estrella más grande no ha sido descubierta aún y tal vez no se encuentre nunca. Los científicos la apodan "Cuasi-estrella" y es una estrella hipotética y extremadamente masiva que habría existido en las fases más tempranas del Universo. Estas cuasi-estrellas, de más de 1.000 masas solares, se formaron porque en el Universo primitivo sólo existían hidrógeno y helio, y los elementos más pesados (y fundamentales para la vida) aún no habían hecho su aparición.

Una cuasi-estrella es tan grande que la estrella más grande conocida, UY Scuti, se ve pequeña a su lado. Y es que su diámetro sería de unos 10 billones de kilómetros, o 66,85 UA (unidades astronómicas, la distancia que separa la Tierra del Sol). Para que os hagáis una idea del tamaño de la cuasi-estrella, Plutón está a 39,44 UA del Sol.  

Aquellas enormes estrellas del Universo primitivo, al terminar de quemar su combustible estelar, lanzaron sus restos al espacio. De ellos surgieron nuevas estrellas, gigantes sí, pero ya no tanto. Y así, sucesivamente, hasta nuestros días. Actualmente todavía hay estrellas gigantes. Vayamos a conocerlas. Pueden ser las más grandes por su tamaño o por su masa.
UY Scuti es, actualmente, la estrrella más grande conocida. Es una hipergigante roja con un radio que contiene al de nuestro Sol más de 1.700 veces, y puesta en su lugar englobaría todos los planetas hasta "rozar" a Saturno. Una nave que volara a la velocidad de la luz tardaría 7 horas en circunnavegarla (por sólo 15 segundos al Sol). Su masa, sin embargo, es sólo unas 30 veces la de nuestra estrella. No se estudió bien hasta 2.012, porque estaba tapada por una nube oscura de gas y polvo interestelar que, como si fuera un escudo, nos impedía verla (éste es un juego de palabras con el de la constelación donde se la localiza: la constelación del Escudo. De ahí, también, su nombre, Scuti -escudo en latín-).
En este enlace hay un vídeo que recrea lo que pasaría si UY Scuti se acercara al Sol.
https://youtu.be/QHlUUxWM0-c



Otra estrella gigante es VV Cephei. Su tamaño es de 1.400 radios solares y su masa algo mayor que la anterior, entre 25 y 40 masas solares. Lo más interesante de ella es que forma parte de un grupo binario, y el tirón gravitacional de su compañera (minúscula en comparación, como podéis observar en la imagen) hace que tenga forma de gota. Porque a pesar de ser mucho más pequeña (el puntito blanco sobre la mole roja, en esta ilustración de 3rdENERGY) su masa no lo es tanto -se calcula que unas 10 masas solares-, por lo que ejerce una fuerza de atracción muy grande sobre su gigantesca acompañante.

Y aquí tenemos a la famosa Betelgeuse; un poco menos de la mitad de grande que UY Scuti, pero una de las estrellas más brillantes de nuestro cielo nocturno. Y famosa, además, porque ayuda a dibujar la constelación de Orión en el firmamento. Su forma tampoco es redonda, sino que tiene un bulto en un lado.

Betelgeuse tiene, según los astrónomos, unos 10 millones de años de edad (nuestro Sol 4.500 millones). Y se encuentra al final de su vida. Se cree que explotará como una supernova y la masa que quede después de la explosión formará una enana blanca de oxígeno y neón. Pero otros estudios pronostican que, dependiendo de su velocidad de rotación al nacer, podría convertirse en una estrella variable azul luminosa o en una hipergigante amarilla (todavía se está hinchando), y finalmente en una estrella de neutrones. En cualquier caso este suceso, que ocurrirá durante los próximos 100.000 años, será espectacular. Y quién sabe si podría afectarnos, porque nos encontramos a una distancia de ella que se encuentra en el límite de la afectación por los rayos cósmicos -que sin duda se generarán cuando su vida estelar termine. Otro tipo de estrellas gigantes son las gigantes azules. Aquí lo importante no es su tamaño, sino su enorme masa.

  
R136a1, en la Nebulosa de la Tarántula -que está fuera de nuestra Vía Láctea, concretamente en nuestra galaxia vecina Gran Nube de Magallanes, es la estrella más masiva conocida hasta la fecha. Con sus 265 masas solares es 8.700.000 veces más luminosa que el Sol. Y eso que se estima que, cuando nació, aún era más gordita: 320 masas solares. Pero su tamaño es, tan sólo, unos 35 radios solares (un guisante al lado de las supergigantes rojas). Esta estrella tan pesada podría estallar, al final de su vida, no como una supernova, sino como una hipernova. En esta imagen de M. Kommesser se comparan una enana roja, el Sol, una gigante azul y R136a1. 
El ciclo de vida de una estrella nos permite entender los distintos tipos de estrellas que pueblan el Universo. Y lo más importante es saber la masa de la estrella primitiva.


Las estrellas nacen en enormes nubes de gas y polvo, las nebulosas, verdaderas maternidades de estrellas. Como la famosísima Nebulosa de Orión, en la constelación del mismo nombre. Las estrellas azules que brillan entre el polvo y el gas de la nebulosa acaban de nacer. 
https://principia.io/2015/10/29/nacimiento-vida-y-muerte-de-las-estrellas.IjE5NyI/

El ciclo vital de una estrella está muy bien explicado en el enlace anterior. 
Como decía, según la masa de la estrella al nacer, pueden ocurrir básicamente tres cosas: que nazca una enana marrón (muy poca masa); que nazca una estrella como nuestro Sol (serán estrellas del amarillo pálido al naranja, con masas hasta 8 masas solares); o que nazca una estrella más masiva (desde blancas a azules).


De los muchos diagramas que se pueden encontrar para explicar la vida de las estrellas, éste es de los más completos.


Pero este otro es muy original (hasta lo del "hoyo negro", ¿verdad? Y podemos distinguir la cantidad y el origen de las estrellas más pequeñas: enanas marrones, rojas, blancas y de neutrones. Sólo faltan las enanas negras.

Las enanas negras son, de nuevo, estrellas hipotéticas, que no se han podido detectar. La razón es que la edad del Universo no es lo suficientemente larga para permitir la aparición de estos cuerpos. Una enana negra es el destino final de una enana blanca, y por lo tanto de nuestro Sol. Cuando la enana blanca agota completamente su combustible estelar se convierte en un objeto que no emite luz y su energía es tan baja que no se puede detectar. Un objeto tan frío que su temperatura, 5 ºKelvin, está sólo un poco por encima del cero absoluto (0ºK = -273 ºC). La temperatura en su superficie sería de sólo 0,6 ºK.
Y éste, amigos, es el destino final de nuestro Universo: las estrellas seguirán naciendo, viviendo y muriendo, cada vez menos masivas, cada vez más pequeñas. Hasta que, a nuestro alrededor, sólo quede el cero absoluto. Donde los átomos, los electrones y los protones, ya no se moverán. Hoy, verbena de San Juan, podemos dibujar una analogía. Nuestro Universo es como una hoguera muy grande, como las que se quemaban en muchas calles y plazas la noche de San Juan de mi niñez. Al principio la hoguera -el Universo- prende lentamente; pero enseguida estalla, llena de luz y calor, y todos se alejan de ella. Cuanta más leña había en la hoguera al principio, más rápidamente se quema. Poco a poco la leña -el combustible estelar- se consume, hasta que al final sólo quedan las brasas. Que se van apagando lentamente, durante toda la noche. Hasta que, al amanecer, los restos tan sólo humean. Al cabo de unas horas no queda nada de fuego, calor ni humo. Por suerte nosotros, los seres humanos, hemos llegado a la hoguera cuando aún queda mucha leña ardiendo. Disfrutémosla, comamos coca y brindemos con cava, porque estamos aquí. Todavía estamos aquí.       




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