Las luces se atenuaron. Furo y Teno se acercaron al grupito de las verdes. La cantante empezó a cantar. Los chicos se acercaron a las chicas.
— Furo —le llamó Espia muy
resuelta, adelantándose. Su peinado, que hasta entonces había pasado desapercibido,
resplandecía en la penumbra con el brillo de las estrellitas que lo adornaban.
— ¡Oh! ¡Vaya! —exclamó el chico,
contemplándola embobado—. Ehh... Espera un momento. ¡Eh, Alia!
Espia miró al chico con los ojos
muy abiertos mientras se separaba de ella. Furo se acercó a Teno, le cogió por
la muñeca y le llevó frente a Alia.
— Teno quiere bailar contigo.
Y antes de que ni el chico ni la
niña pudieran decir nada, Furo tiró de su amigo y lo envió volando contra la niña.
Alia y Teno chocaron y se apartaron al instante, como dos imanes que se
repelieran. Espia aprovechó para coger a Furo de la mano y lo arrastró a la
pista de baile. Coro y Vitia salieron también a bailar detrás de ellos.
Teno miraba a Alia sin atreverse
a hacer nada. Audo le susurró al oído:
— ¡Cógela por la cintura!
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