En aquel momento un extraño ser
de color negro magenta apareció en la estancia. Se movía sin hacer ruido y
parecía deslizarse sobre ruedas invisibles. Llevaba una bandeja con dulces que
depositó con cuidado sobre la mesa, mientras los asana retrocedían ante él, mudos de asombro.
El ser dio la vuelta, se alejó
del centro de la sala y se quedó quieto, pegado a la pared. Los asana empezaron
a hablar y a gesticular entre ellos. Era evidente que no habían visto nunca nada
parecido. Reto también siguió al extraño ser con la mirada. De repente algo
empezó a moverse en su superficie: su cuerpo comenzó a dividirse en figuras
geométricas de distintos tamaños, que salían y entraban de su masa a medida que
ésta cambiaba y se reordenaba.
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