lunes, 3 de abril de 2017

Deno ha desaparecido

— ¿Habéis encontrado a Deno? —preguntaron las chicas.
— Ha subido a la Ciudad Alta. Nos ha costado un poco que alguien nos lo dijera.
— ¿Y para qué ha ido a la Ciudad Alta?
— No para qué, Leia, sino por qué. Parece que algunos soldados asana le han invitado amablemente a acompañarles.
— ¿Y Deno se ha ido con ellos, abandonando el trivi? —se extrañó Sosia—. No lo entiendo.
— “Amablemente”... ¿Lo entiendes ahora? —le contestó Malo—. ¡Vamos a por él! Estos asana se han vuelto muy atrevidos. Habrá que enseñarles que con los azules no se juega. Compañeras, gritad conmigo: ¡Invencibles!


— ¡Invencibles! —repitieron todas mientras transformaban rápidamente el trivehículo, preparándolo para el vuelo.
Despegaron. Más arriba el paisaje se abrió de pronto. Una gran llanura se extendía hacia el norte, bañada por la luz declinante de uno de los últimos días del verano austral. El río Escondido surcaba la llanura, y los campos cultivados se extendían en una ancha franja verde a ambos lados. Una red de canales repartía el agua por los campos, hasta el límite mismo del desierto.
El camino que subía desde la Ciudad Baja seguía la orilla del río repleto de carros, animales y gente, como una serpiente en movimiento, dibujando la ruta que llevaba hasta la Ciudad Alta. Cuando llegaron sobre la vertical de las puertas de la ciudad una luna joven y pálida despuntaba por el este.


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