viernes, 1 de diciembre de 2017

En las Montañas de la Suerte














Todos se quedaron callados después de aquellas palabras, con las que Emo, además, declaraba que se sentía un etéreo. La vida en las Montañas de la Suerte parecía poco afortunada.
El rayo verde continuó Emo es la energía que se obtiene de una hierba que sólo crece en lo más alto de Kiilimaán, allí donde más tiempo dura la luz del sol. El que posee el rayo verde posee la montaña. Y el que posee la montaña tiene el rayo verde.
Por eso hacéis la guerra concluyó Teno, lúgubremente.
Sí. Si los baaltarios no fueran tan egoístas y crueles, si quisieran compartir Kiilimaán con las demás tribus, la vida podría ser maravillosa entre estas montañas. Pero se han convertido en unos tiranos. Y ya les ha llegado su hora.
Explícate.
Ya me habéis visto esta mañana, con mis amigos pargasianos. Formamos parte de una embajada que ha venido negociando una nueva alianza con los melorianos. Durante años hemos combatido contra los altivos baaltarios cada uno por su lado, y también entre nosotros, de una manera absurda. Pero ahora, al fin, hemos llegado a un pacto. Dentro de siete días, en la próxima luna nueva, atacaremos juntos el Reino del Sol.
¡Hala! exclamó Furo.
Todos se lanzaron a hablar a la vez, haciendo preguntas, opinando... Todos menos Audo.
Y tú, Audo, ¿no tienes ninguna pregunta?
Sí, tengo una: ¿y tus compañeros de la Escuela, los otros blancos? ¿Dónde están?
Bueno. Como ya os he dicho no nos morimos aquel verano. Parece que la niebla nos protege de los rayos cósmicos y todo eso. Pero, bueno, han ocurrido cosas... Huda se despeñó cuando chocamos con la montaña. A lo mejor sobrevivió, pero no volvimos a saber de ella. Los demás fuimos a parar al Reino del Altiplano, con los pargasianos, como ya os he explicado. Nos entrenaron para pilotar sus murciélagos más ligeros. Durante años hemos librado duras batallas contra los baaltarios, que nos habían traicionado, y también contra los melorianos, que nos odiaban por haber sido sus enemigos. Siempre salíamos bien librados porque en realidad es muy difícil abatir a un murciélago. Son extraordinariamente rápidos, y vuelan de una forma errática que hace casi imposible saber dónde van a estar en el instante siguiente. Además, llevan protecciones... Hasta que una noche, el rayo verde mató a Tero. Temeridad de Meridone. Quizá se arriesgó demasiado, lo llevaba escrito en su nombre. Fue  cuando supimos que el aura ya no nos protegía...
Pero seguisteis luchando dijo Vitia.
¡Pero seguimos luchando! afirmó Emo con orgullo.

Continua, Emo, por favor le apremió Audo.

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