martes, 16 de enero de 2018

LA BELLEZA DE LO PEQUEÑO II

"Isti mirant stella". Ellos admiran la estrella, reza la leyenda en la escena 32 del Tapiz de Bayeux, donde aparece el cometa Halley. Este es, probablemente, el cometa más conocido de todos.


El tapiz de Bayeux es un enorme lienzo bordado de casi 70 metros de largo por medio metro de alto. Probablemente fue confeccionado en el sur de Inglaterra bajo la supervisión del obispo Odo, hermanastro del normando Guillermo el Conquistador. Que venció a los sajones y se convirtió en el nuevo rey de Inglaterra. El tapiz es un magnífico retrato de la vida y las costumbres de Normandía y de Inglaterra en aquella época. 

La aparición del Halley en nuestros cielos cada 75 años aproximadamente ha sido registrada en todas las civilizaciones, y en representaciones como el Tapiz, que recuerda su visita en el año 1066, o el cuadro del pintor italiano Giotto "La Adoración de los Reyes Magos", en el que retrató el cometa que se vio en los cielos en septiembre de 1301.

Giotto se inspiró en el cometa Halley para pintar la estrella de Belén, que guió a los Reyes Magos hasta el pesebre. Aunque no es seguro que el cometa, que pasó por la Tierra entre el año 10 o 12 antes de Cristo, sea la estrella de los Magos. 

Todos sabemos cómo es un cometa. Pero ¿qué es? Un cometa es un cuerpo celeste compuesto de roca, polvo y hielo, que recorre una trayectoria elíptica, hiperbólica o parabólica alrededor del Sol. Lo que lo distingue de un asteroide, además de esa trayectoria, son los materiales que, como el hielo, subliman (es decir pasan de sólido a gaseoso) al aproximarse al Sol. Es decir, al calentarse. Así se desarrolla esa atmósfera que envuelve al núcleo del cometa, que llamamos cabellera. Al irse acercando al Sol el viento solar la azota y forma la cola del cometa (igual que una cabellera que ondea al viento).

Esta es la imagen típica de un cometa. Así lo vemos cuando pasa cerca de la Tierra, es decir, cuando se aproxima al Sol. La cola brilla en todo su esplendor. Se trata del cometa Ison, descubierto el 21 de septiembre de 2012. Se pensó que se convertiría en uno de los más brillantes en muchos años, "el cometa del siglo". Pero el 28 de noviembre de 2013, en su perihelio (el punto de su órbita más próximo al Sol), a 1.165.000 km de la superficie solar, se volatilizó. Ya no existe. 

La imagen del Ison nos permite hablar de la clasificación de los cometas. Los astrónomos los clasifican según su tamaño: los cometas pueden ser desde enanos (entre 0 y 1,5 km) hasta "goliat" (más de 50 km). También se clasifican según su edad cometaria, que es el número de vueltas que el cometa ha dado alrededor del Sol. Los cometas bebés llevan menos de 5 vueltas; los "matusalén" más de 100. El Ison era un cometa recién nacido.
La belleza de un cometa, sin embargo, desaparece cuando nos acercamos a él. Seguro que recordáis la imagen de la entrada anterior del asteroide calavera, que era un cometa muerto (nunca mejor dicho ¿no?) que se había convertido en asteroide. Aquí tenéis otro ejemplo: os presento al cometa 67P/Churiomov-Guerasimenko (normalmente a los cometas se les bautiza con el nombre de su o sus descubridores).

Parece el Pato Donald, ¿verdad?. Puede que éste no sea el cometa más famoso, pero sí el más fascinante de todos los que conocemos. Porque el 12 de noviembre de 2014, en una hazaña sin precedentes, el módulo de aterrizaje Philae de la sonda espacial Rosetta, lanzada 10 años antes, logró posarse en su superficie. Aunque fallaron los cohetes y el módulo rebotó a más de 1 km; y aunque también fallaron los anclajes, Philae envió datos preciosos acerca de la composición del cometa. Para entender la dificultad técnica de la misión hay que saber que esta mole de polvo y hielo corría hacia el Sol girando sobre sí misma y a una velocidad de 130.000 kilómetros por hora.

En esta vista aérea tomada desde la nave Rosetta se observa el lugar donde fue a parar finalmente el módulo Philae. También cómo es la superficie del cometa vista más de cerca. Y una idea de su tamaño. El cometa mide más de 4 kilómetros.

En esta otra imagen vemos al módulo anclado precariamente al cometa. En inglés era el "touchdown", como en el fútbol americano: el lugar donde cae el balón cuando anota uno de los equipos. La razón para posarse en el cometa era estudiar su composición, porque los científicos creen que los cometas son restos intactos de cuando se formó el Sistema Solar, hace 4.500 millones de años. Y también se los considera precursores de la vida en la Tierra. Los analizadores de la Philae encontraron 16 compuestos orgánicos en su superficie.     

Y ahora nos merecemos regresar a la belleza de los cometas.

El cometa McNaught, descubierto en Australia en 2006, se pudo observar a simple vista durante 2007. En esta espectacular imagen aparece acompañado por la Vía Láctea y otras dos galaxias más lejanas, por encima y a la derecha de su cola.


El cometa Lovejoy. Descubierto en 2014 por el astrónomo amateur australiano Terry Lovejoy, descubridor de cinco cometas. Lo más curioso de este cometa es que fue el primero en el que se detectó ¡alcohol etílico! (ya sabéis, el del vino). Es un cometa de período largo  (su período orbital es de 8.000 años). Al cometa West, descubierto en 1975, no volveremos a verlo hasta dentro de 558.000 años (este sí que es un período orbital largo).

En esta otra imagen vemos al cometa Panstarrs (llamado así en honor al telescopio que lo descubrió en 2011, situado en la isla hawaiana de Maui) con la Luna, Venus y Júpiter.

El cometa Halley es el único cometa visible a simple vista que puede aparecer dos veces en la vida de un ser humano. Cada año, desde mediados de abril a mediados de mayo aparece una lluvia anual de meteoros, las Eta-Acuáridas, que son restos que se separaron del cometa hace cientos de años.

Una inusual imagen de dos cometas juntos tomada en 2013 en el desierto de Atacama, en Chile: arriba a la izquierda el cometa Lemmon, de color verdoso por la fluorescencia del gas C2 que su coma desprende por la acción de la luz solar: abajo a la derecha el cometa Panstarrs, cerca del horizonte. Las colas de los dos cometas apuntan aproximadamente hacia el Sol.

Y hablando de colas, aquí va otra curiosidad de los cometas: ¡tienen dos colas! Seguro que ya os habéis dado cuenta, viendo la imagen de más arriba del cometa Panstarrs con la Luna, Venus y Júpiter Una es la cola iónica, formada por los gases sublimados del núcleo cometario; la otra es la cola de polvo, y está compuesta por polvo y restos más grandes desprendidos del cometa (esos que luego vemos como estrellas fugaces, como en el caso del Halley) ¿Y por qué sólo vemos una?  Porque las colas se extienden en la misma línea mientras el cometa aún está lejos del Sol. Cuando el cometa se acerca al Sol las colas empiezan a separarse. Aquí tenéis la prueba, en estas dos imágenes de nuestro conocido cometa Panstarrs.


La anticola del cometa Panstarrs. En la foto de arriba las dos colas forman ángulo. En la de abajo parece que una se opone a la otra. Esto se debe a la posición relativa de la Tierra respecto al cometa y al Sol. En esta última imagen la anticola, la cola de polvo, se alarga a través del fondo cósmico. ¡Mide 12 millones de kilómetros!

En esta última imagen, tomada el 18 e julio de 2015, vemos al Pansatrrs y sus dos colas al lado de la luna creciente: aquí la cola más larga es la azulverdosa cola de iones, apuntando al Sol que se acaba de ocultar tras el horizonte; y la más corta es la cola de polvo, más blanca, que se desvanece hacia la derecha. 


Pero, para mí, lo más fascinante de los cometas es su lugar de nacimiento. Porque nos permite conocer lo grande, lo gigantesco que es nuestro Sistema Solar. No creáis que es el Sol y los planetas. El Sistema solar es muchísimo más grande. Su tamaño abarca desde su centro (el propio Sol) hasta los confines de la Nube de Oort, a 1 o tal vez 2 años luz, según las estimaciones. Esto significa que la influencia del Sol llegaría a la mitad de la distancia que nos separa de la estrella más próxima, a la que precisamente por eso llamamos "Próxima" Centauri, situada a 4,22 años luz de la Tierra. En esta ilustración podréis apreciar lo inabarcable que resulta esta inmensidad:

En esta imagen vemos al Sistema Solar rodeado por el gigantesco Cinturón de Kuiper, un anillo de innumerables cuerpos celestes entre los que se encuentra Plutón (por eso los astrónomos se refieren a ellos como objetos transneptunianos, los que están más allá de la órbita de Neptuno). A su vez el Cinturón de Kuiper, con el Sistema Solar en su interior, resulta ser apenas una minúscula pepita en la enorme "sandía" de la Nube de Oort. 

La Nube de Oort es una masa esférica hipotética (no observada aún) que nos rodea, y que podría albergar cien billones de objetos. Se cree que algunos de estos objetos se convierten en los cometas de período largo que nos visitan cada muchos años (los cometas de período corto proceden del Cinturón de Kuiper). La masa total de estos objetos sería 5 veces la de la Tierra. Al estar tan lejos del Sol están muy poco ligados gravitacionalmente a él. Esto hace que otras estrellas puedan afectarlos y provocar su "caída" hacia nuestro Sistema Solar.

El Cinturón de Kuiper tal y como lo vería una nave espacial como el Arca, en su vuelo hacia los confines del Sistema Solar. 

¿Se confirmarán las previsiones de los astrónomos? La grandiosidad y la escasa afinidad gravitacional solar de la Nube de Oort permitirán el paso franco a Gliese 710, una estrella que en el futuro podría acercarse más a nosotros que Próxima Centauri. En la actualidad se halla a 63 años luz del Sol, pero se sabe que dentro de tan sólo un millón y medio de años atravesará la Nube de Oort y se acercará a 0,68 años luz de nosotros. Su aproximación no afectará a las órbitas de los planetas, pero sí a los objetos de la nube. Se calcula que podría movilizar hacia nosotros hasta cien mil millones de cometas durante cuatro millones de años. La probabilidad de que uno de esos cometas choque contra la Tierra no es nada despreciable. ¿Y si ese cometa es un "goliat"? Porque recordemos que el meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios medía unos 15 kilómetros y los cometas goliat son los que miden más de 50 kilómetros. ¡Sería el fin del mundo!

El paso de Gliese 710 cerca del Sol provocará una lluvia de cometas de período largo que durará cuatro millones de años. Nuestros descendientes lejanos, si es que existen, gozarán de la visión de diez cometas al año. ¡Ojalá sólo gocen de su belleza y no sufran sus posibles consecuencias catastróficas!

No vamos a terminar así, ¿no? Mejor un juego para acabar. ¿Dónde está el cometa? A ver si lo veis...
El cometa Clark está cerca del borde de esta impresionante imagen del campo cósmico, con la estrella gigante Antares brillando amarilla en la parte central inferior. ¿Lo veis? Sí, ahí. ¿Veis su pequeña cola verdosa en el borde izquierdo central? 

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