— ¡Vamos, vamos!
Se pusieron en pie inmediatamente. Arriba los hombres
hormiga brotaban de la boca del túnel como un magma pálido y verdeazul. Los
cuatro amigos llegaron a la orilla del lago subterráneo, y mientras Teno y
Espia botaban una de las canoas, Furo cogió una piedra grande y la lanzó contra
el fondo de otra. A una tercera la empujó con todas sus fuerzas hacia el agua,
enviándola lejos.
—
¡Furo, sube, corre! —gritó
Teno.
Furo entró en el agua y
subió a la canoa. Estaba fabricada con cuero, cosido a huesos de animales. Teno
y Espia palearon con fuerza alejándoles de la orilla con un par de remos que
habían encontrado en el fondo de la canoa. Una flecha se clavó en el costado de
la embarcación. Furo, maldiciendo, encontró otro remo y ayudó a sus amigos.
Avanzaron rápidamente, adentrándose en la oscuridad. La negrura crecía a su
alrededor, espesándose.
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