sábado, 26 de mayo de 2018

El cumpleaños de Espia.

Y, como si Furo tuviera el don de la profecía, unas horas después de escoger el túnel que les había parecido que subía con más pendiente que los otros dos, divisaron un puntito de luz muy lejos. Un puntito que no era verdoso, ni azulado, ni amarillo. Que era rojizo.
¿Lo veis? dijo Furo, triunfante.
¡Por fin! exclamó Espia.
¿Y si son los hombres lagarto otra vez? advirtió Teno. ¡O las hormigas!
¡No seas aguafiestas! le reprendió Furo. Hace mucho que no hemos visto a nadie. ¡Venga, rápido, que tenemos que celebrar un cumpleaños!
Furo cogió a Espia de la mano y comenzó a caminar con decisión. Teno y Alia les siguieron. Al principio el puntito seguía allí, quieto, como un lucero en mitad de la noche. Luego, después de caminar a buen paso durante mucho rato, el puntito empezó a crecer... y a volverse púrpura. ¡Hasta que finalmente desapareció!
¿Qué pasa? dijo Espia alarmada.
Tranquila. Furo sonreía confiado. ¿No lo ves? Eso es que fuera se ha hecho de noche.
Y de nuevo Furo acertó. Al fin, por la boca de una cueva ancha y de techo bajo que parecía la boca de un sapo de piedra, salieron al mundo exterior. ¡Habían dejado atrás el mundo subterráneo!
Chillaron y se abrazaron, y dieron unas cuantas vueltas saltando abrazados, hasta que Teno tropezó y todos se cayeron al suelo, muertos de risa.
¡AUURAHG!
Un grito profundo, atávico, llegó desde la lejanía. Los niños miraron a su alrededor, contemplando por primera vez el mundo al que habían emergido: un bosque de árboles altos y oscuros, como los pinos y abetos de Arboria, crecía entre grandes rocas grises. Por todas partes se veían troncos rotos y astillados y ramas desgajadas, como si hubiera ocurrido un cataclismo. La naturaleza parecía allí indómita y feroz.
¿Qué ha sido eso? preguntó Alia. ¿Habéis oído?
Un aullido prolongado contestó a su pregunta.

¡Vaya! ¡Qué recibimiento! exclamó Furo sonriendo. Nada podía quitarle la alegría de verse al fin fuera de la cueva. Juntó las manos haciendo bocina y pegó un grito largo y profundo. No hubo respuesta a aquel alarido. ¡Bueno, ya está! Arreglado. ¿Qué os parece si recogemos leña para encender un buen fuego?


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