lunes, 27 de febrero de 2017

SIETE PLANETAS LEJANOS

La noticia de portada de muchos medios de comunicación de la semana es el descubrimiento de un sistema estelar con siete planetas muy parecidos a la Tierra. Como seguramente ya sabréis, se trata de la estrella Trappist-1, una enana roja situada en la constelación de Acuario, a casi 40 años luz de nosotros. Son planetas rocosos, como los planetas "terrestres" de nuestro Sistema Solar, y tienen un tamaño parecido al de la Tierra. Los planetas se nombran a partir de la estrella: en los tres más próximos, b, c y d, probablemente hace demasiado calor para que pueda haber agua líquida (como ocurre en nuestros Mercurio y Venus). En el más alejado, h, probablemente hará demasiado frío (como en Marte). Pero tres de ellos -designados como e, f y g-, se encuentran en la zona habitable de la estrella, allí donde la temperatura es adecuada para que haya agua líquida en su superficie. Como en la Tierra.


De los siete, el mejor candidato para albergar vida es el planeta f, que tarda nueve de nuestros días en dar una vuelta completa a su estrella. Es decir, en Trappist-f un año dura 9 días. Como veis estos planetas están muy cerca de su estrella. El más lejano, h, tarda algo más de 20 días.

Si vive alguien en alguno de estos planetas, estará viendo un cielo con una gran estrella de color salmón (al estar tan cerca la estrella parece más grande que el Sol, tres veces más). Además, cada poco tiempo pasaría por el cielo otro planeta que se vería el doble de grande que la luna. Sin embargo, estar allí al mediodía sería como aquí al atardecer, porque la luminosidad en la superficie del planeta es unas 200 veces inferior a la que llega a la superficie de la Tierra.
   

Lo más apasionante ocurrirá dentro de poco, cuando a finales del año próximo se lance al espacio el telescopio James Webb, el sucesor del Hubble, porque permitirá analizar las atmósferas de estos siete planetas. Según las combinaciones de gases que se detecten (oxígeno, CO2, metano...), sabríamos que allí hay vida. ¡Antes del 2020 podríamos encontrar los primeros organismos extraterrestres! Ya no estaríamos solos en el Universo. 




Pero no todo es tan sencillo. En primer lugar, la disposición de los planetas, orbitando en el mismo plano y tan cerca unos de otros, sugiere que tienen un hemisferio que mira siempre a la estrella, donde siempre es de día, mientras que en el otro siempre es de noche. Este fenómeno, que se llama acoplamiento por marea, ocurre también en la Luna, que siempre muestra la misma cara a la Tierra. Las diferencias de temperatura entre los dos hemisferios sería brutal, con un clima de vientos huracanados desde la cara soleada hacia la cara oscura. 
Eso, suponiendo que haya atmósfera. Si no la hay, la radiación ultravioleta de este tipo de estrellas impediría toda forma de vida. Trappist-1 se formó hace unos 500 millones de años, y entonces emitía mucho más calor y radiación. Los tres planetas que ahora están en la zona habitable debieron alcanzar temperaturas de ebullición hace millones de años. Sólo si parte del agua se salvó de evaporarse, todo podría haber ido bien. 
Finalmente Trappist-1, como la mayoría de estrellas enanas rojas, emite de tanto en tanto intensos fogonazos de radiación que alcanzarán de lleno a planetas situados tan cerca. Haría falta que estuviesen protegidos por un campo magnético, como la Tierra, además de por una atmósfera medianamente densa.  


Si a pesar de todo hay vida, los seres vivos de estos planetas serán muy diferentes a los de la Tierra. La luz de su estrella es infrarroja, así que las plantas tendrán hojas rojas para hacer fotosíntesis y los animales tendrán ojos capaces de ver en el infrarrojo. Además, los fotones de la estrella tienen una energía muy baja, con lo que el metabolismo de estos posibles seres vivos será mucho más lento que el nuestro (por ejemplo crecerán muy despacio).


Si pudiéramos viajar a uno de los planetas de Trappist-1, veríamos algo así, como en este imaginativo cartel turístico promocional. Sólo tardaríamos 1,5 millones de años con nuestra tecnología actual. O 40 años si alguna vez somos capaces de viajar a la velocidad de la luz. ¡Uf! ¡Menudo viajecito! Pero ver algo así merecería la pena, ¿no?

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