sábado, 28 de octubre de 2017

Sinanté, Bluncan

Caminaron lentamente, tratando de aplazar el momento del adiós. El arbolito, que milagrosamente se había resistido a morir, parecía el único ser vivo en muchos kilómetros a la redonda. Era un pistachero. Debía de hundir sus raíces hasta lo más profundo, en busca del agua, y aún ofrecía el tesoro de algunos pequeños frutos. Llegaron junto al árbol y se quedaron allí, en silencio.
Bluncan, si te pasara algo, yo...
No pasará nada, errante yo. No preocupes.
Bluncan, cuando te conocí me dijiste que eras un viajero. Alia sentía un nudo en la garganta. No podía hablar. Respiró hondo y continuó: Si no volviéramos a encontrarnos… Yo te prometo que volverás a viajar, Bluncan. ¡Te lo prometo! Yo te llevaré conmigo a las estrellas.
Yo sé, Alia. Ven aquí.
Se agachó y la abrazó con ternura. Estaba a punto de llorar, y no quería que la niña lo viera.
Yo estaré bien, Alia. Te espero. –-Se levantó y haciendo un tremendo esfuerzo por no llorar, añadió: Te quiero, Alia. Sinanté.
Yo también te quiero, Bluncan –-contestó la niña con los ojos llenos de lágrimas.

Luego, lentamente, el errante empezó a alejarse. La perrita miró al hombre y luego miró a la niña. En sus ojitos se veía la perplejidad. Volvió a mirar al hombre y corrió tras él.



















¡Aina! ¡Aina! ¡Aquí! ¡Ven, Aina!
El errante se dio la vuelta y vio a la perrita. Amorosamente la levantó del suelo y acariciándola la llevó de nuevo hasta donde estaba la niña. Le dio un beso y la puso en los brazos de Alia.
Lo vio alejarse por segunda vez. La perrita ladró. Era hora de partir. Tenía que encontrar a los verdes cuanto antes y regresar con ellos hasta dar con su amigo el errante. Para después, todos juntos, volver a Antartia con La Planta, costase lo que costase. Para que los puros, que soñaban con abandonar la Tierra y empezar otra vida en un mundo nuevo, pudieran ver cumplido su sueño.
¡Sinanté, Bluncan! ¡Sinanté! gritó.
"Vida perpetua". Así se despedían los miembros de la hermandad, cuando al fin se separaban. Se dio la vuelta, corrió hasta el trivehículo y despegó.





















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